viernes, 26 de agosto de 2016


TALLER NÚMERO 5
"EN EL BOSQUE DE LAS AGUAS"
Tiempo de trabajo del taller: 10 a 15 minutos máx
Usted es un/a "DIVULGADORA, EDUCADORA,
COMUNICADORA, EVANGELIZADORA" 
del grupo de Adolescentes de su casa o grupo Espirita.
Tiene 5 varones de 10 a 13 años y 7 chicas de ese rango de edades en
un total de 12.
El OBJETIVO O TEMA CENTRAL  que usted prepara esta semana para
exponerlo mañana es:
EFECTOS DE LA ORACIÓN Y
 LA TRASMISIÓN DEL PENSAMIENTO EN LOS FLUÍDOS
Para ese tema usted reunió dos materiales: el capítulo 10 del libro Nuestro
Hogar
"En el bosque de las aguas" y la foto del experimento del Dr Masaru Emoto.

1. Lea el texto de Nuestro Hogar 
2. Observe la lámina de Dr Masaru Emoto
3. Arme el plan de clase: 
3.1. ¿Cómo comenzará la clase?
3.2.¿ Como desarrollará la clase? Ej; recursos que utilizará, metodología, etc
3.3. Escriba en una frase la conclusión final más importante  a la luz de la
DOCTRINA ESPÍRITA
que se llevarán los chicos/as a sus hogares (o mensaje final)
SOLICITUD: el día domingo, uno o dos compañeros, pasarán al frente y
presentarán sus respuestas a los puntos 3.1; .3.2 y 3.3
contarán con un máximo de 15 minutos
-------------------------------------





NUESTRO HOGAR CAPÍTULO 10 En el bosque de las aguas
Debido a mi creciente interés por los procesos de alimentación, Lisias me hizo 
la invitación siguiente:
–Vamos al gran depósito de la colonia. Allí observará cosas interesantes. 
Verá que el agua es casi todo en nuestra estancia de transición. 
Curiosísimo, acompañé al enfermero sin vacilar. Llegados a extenso ángulo 
de la plaza, el generoso amigo agregó: –Esperemos el aerobús. 
(Carro aéreo, que sería en la Tierra algo parecido a un gran funicular)
 Aún no me había repuesto de la sorpresa, cuando surgió un gran carro, 
suspendido del suelo a una altura de cinco metros, poco más o menos, 
repleto de pasajeros. Al descender hasta nosotros, a la manera de un 
elevador terrestre, lo examiné con atención. No era máquina conocida 
en la Tierra. Construida de material muy flexible, era de gran extensión, 
pareciendo estar unida a hilos invisibles por el gran número de antenas 
que tenía en el techo. Más tarde, confirmé mis suposiciones visitando los 
grandes talleres del Servicio de Tránsito y Transporte.
Lisias no me dio tiempo para indagaciones. Convenientemente situados 
en el confortable recinto, seguimos silenciosos. Experimentaba la 
timidez natural del hombre desambientado entre desconocidos. La velocidad 
era tanta que no permitía fijar la atención en detalles ni en construcciones que 
se hallaban escalonadas en el extenso recorrido. La distancia no era pequeña, 
pues tan sólo después de cuarenta minutos, incluyendo ligeras paradas de tres 
en tres kilómetros, me invitó Lisias a descender sonriente y calmado.
Me deslumbré ante un panorama de bellezas sublimes. El bosque, en 
floración maravillosa, embalsamaba al viento de embriagador perfume. 
Todo un prodigio de colores y luces agradables. Entre márgenes bordados 
de exuberante grama, toda esmaltada de azulinas flores, se deslizaba un río 
de grandes proporciones. La corriente era tranquila, pero tan cristalina que 
parecía tener tonos de matiz celeste a causa de los reflejos del firmamento. 
Extensos caminos cortaban el verdor del paisaje. Plantados a distancias 
regulares, frondosos árboles ofrecían sombra amiga a la claridad de un 
Sol confortador. Bancos de caprichosas formas invitaban al descanso.
Notando mi deslumbramiento, Lisias me explicó:
Estamos en el Bosque de las Aguas. Esta es una de las más bellas regiones de 
Nuestro Hogar. Se trata de uno de los lugares predilectos para las excursiones 
de los enamorados, que vienen aquí a tejer las más bellas promesas de amor 
y fidelidad para las experiencias de la Tierra.
La observación ofrecía consideraciones muy interesantes, pero Lisias no me 
dio oportunidad para preguntar sobre este tema. Indicando un edificio de 
enormes proporciones aclaró:
 –Allí está el gran depósito de la colonia. Todo el volumen del Río Azul, que 
tenemos a la vista, es absorbido en tanques inmensos de distribución. 
Las aguas que dan servicio a todas las actividades de la Colonia parten de aquí. 
Luego se reúnen nuevamente debajo de los servicios de Regeneración y 
vuelven a constituir el río, que prosigue su curso normal, rumbo al gran 
océano de substancias invisibles para la Tierra. 
Percibiendo mi íntima indagación agregó:
–En efecto, el agua aquí tiene otra densidad. Es mucho más tenue, pura, casi 
fluídica. 
Observando las magníficas construcciones que tenía a mi frente, interrogué:
 –¿A qué Ministerio está adscrito el servicio de distribución? –¡Imagine 
–aclaró Lisias– que este es uno de los raros servicios materiales del 
Ministerio de la Unión Divina!            
  –¿Qué dice? –pregunté, ignorando como conciliar una cosa y otra. El 
visitador sonrió y contestó placenteramente: –En la Tierra casi nadie trata de 
conocer la importancia del agua. 
Pero, en Nuestro Hogar los conocimientos son muy distintos. 
En los círculos religiosos del planeta, enseñan que el Señor creó 
las aguas. Entonces es lógico que todo servicio creado, necesite de energías 
y brazos para ser convenientemente mantenido. En esta ciudad espiritual, 
aprendemos a agradecer al Padre y a sus divinos colaboradores semejante 
dádiva. Conociéndola más íntimamente, sabemos que el agua es uno de los 
vehículos más poderosos para los fluidos de cualquier naturaleza. Aquí, es 
empleada sobre todo como alimento y remedio. Existen departamentos en 
el Ministerio de Auxilio, absolutamente consagrados a la manipulación 
del agua pura, con ciertos principios susceptibles de ser captados en la luz 
del Sol y en el magnetismo espiritual. En la mayoría de las regiones de la 
extensa colonia, el sistema de alimentación tiene ahí sus bases. Pero, entre
 nosotros, sólo los Ministros de la Unión Divina son detentores del mayor 
patrón de Espiritualidad Superior, correspondiéndoles la magnetización 
general de las aguas del Río Azul, para que sirvan a todos los habitantes 
de Nuestro Hogar con su imprescindible pureza. Ellos hacen el servicio 
inicial de limpieza y los institutos realizan trabajos específicos en el 
suministro de las substancias alimenticias y curativas. Cuando los 
diversos hilos de la corriente se reúnen de nuevo, en un punto lejano 
opuesto a este bosque, se ausenta el río de nuestra zona, conduciendo 
en su seno nuestras cualidades espirituales. Estaba extasiado con las 
explicaciones.
–En el planeta –objeté– jamás recibí elucidaciones de esta naturaleza. 
–El hombre es desatento desde hace muchos siglos –tornó a decir Lisias–;
 el mar equilibra su morada planetaria, el elemento acuoso le suministra el 
cuerpo físico, la lluvia le da el pan, el río organiza su ciudad, la presencia 
del agua le ofrece la bendición del hogar y del servicio; entretanto, él 
siempre se juzga el absoluto dominador del mundo, olvidándose que es 
hijo del Altísimo, por encima de cualquier otra consideración. Pero 
llegará el tiempo en que copiará nuestros servicios, valorando la importancia 
de esa dádiva del Señor. Comprenderá entonces que el agua, como fluido 
creador, absorbe en cada hogar las características mentales de sus moradores. 
El agua en el mundo, amigo mío, no solamente acarrea residuos de los 
cuerpos, sino también las expresiones de nuestra vida mental. Será nociva en 
manos perversas pero útil en las manos generosas y, cuando se halla en 
movimiento, su corriente no sólo esparcirá bendiciones de vida sino que 
constituirá un vehículo de la Providencia Divina. Absorberá las amarguras, 
odios y ansiedades de los 
hombres limpiando sus casas materiales y purificando su atmósfera íntima. 
Mi interlocutor calló en actitud reverente, mientras mis ojos miraban la 
tranquila corriente, que despertaba en mí sublimes pensamientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario