viernes, 16 de diciembre de 2016





NAVIDAD


"Gloria a Dios en las Alturas, y en la Tierra paz y buena voluntad para con los hombres"
(Lucas 2:14)

Las legiones angelicales, junto al Pesebre, anunciando al Gran Redentor, no presentaron ninguna palabra de violencia.
Gloria a Dios en el Universo Divino.
Paz en la Tierra.
Y buena voluntad para con los hombres.
El Padre Supremo, legando la nueva era de seguridad y tranquilidad al mundo, no declaraba al Embajador Celestial investido de poderes para herir o destruir.
Ni castigo al rico avaro.
Ni punición al pobre desesperado.
Ni condenación a los pecadores.
Ni hostilidad hacia el fariseo orgulloso.
Ni anatema contra el genio inconsciente.
Se derramaba el Tesoro Divino, por las manos de Jesús, para realizar el servicio de la buena voluntad.
La justicia del "ojo por ojo" y del "diente por diente" había encontrado, finalmente, el amor dispuesto a la sublime renuncia hasta la cruz.
Hombres y animales, asombrados ante la luz naciente en el establo, señalaron un júbilo inexpresable...
Desde aquel inolvidable momento en adelante la Tierra se renovaría.
El verdugo sería digno de piedad.
El enemigo se convertiría en un hermano extraviado.
El criminal pasaría a la condición de enfermo.
En Roma, el pueblo gradualmente extinguiría la matanza en los circos. En Sidón, los esclavos dejarían de tener los ojos vaciados por la crueldad de los señores. En Jerusalén, los enfermos ya no serían relegados al abandono en los valles de la inmundicia.
Jesús traía consigo el mensaje de la verdadera fraternidad y, revelándola, transitó victorioso, de la cuna de paja al madero sangriento.
Hermano que oyes en la Navidad los ecos suaves del cántico milagroso de los ángeles, recuerda que el Maestro vino hasta nosotros para que nos amemos unos a otros.
¡Navidad! ¡Buena Nueva! ¡Buena Voluntad!...
Extendamos la simpatía hacia todos y comencemos a vivir realmente con Jesús, bajo los esplendores de un nuevo día.


Autor espiritual ;. EMMANUEL

Del libro  "FUENTE VIVA" , psicografia de Francisco Cándido Xavier, capítulo 180 

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